Crónica de una muerte anunciada

En la actualidad muchas cosas funcionan mediante combustibles fósiles, una materia prima que procede de la descomposición de seres orgánicos de la antigüedad, ya que al ser quemados generan una gran cantidad de calor. La gasolina que usamos para ir en coche, el plástico que gastamos para producir mercancias o el gas que utilizamos para cocinar o generar electricidad viene del mismo lugar. No obstante el alto precio de la luz ha puesto de manifiesto el problema que supone depender de esta fuente de energía.

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El precio de la luz cada día es más caro.

Tras comprobar cómo el coste de la electricidad se ha elevado a más de 200 euros el megavatio por hora (MWh) en todos los países de Europa a causa del incremento del precio del gas natural, el uso de energías renovables se hace, más que deseable, necesario. Algunos economistas explican que la subida del gas se debe a la guerra de Ucrania, aunque lo cierto es que su índice lleva subiendo desde mediados de 2021, y otros argumentan que el aumento de la demanda tras la pandemia de covid-19, especialmente desde China y los países exportadores son los culpables de esta subida.

¿La luz es inevitablemente más cara por el gas?

El precio de la luz se ha visto arrastrada por la subida del coste del gas, ya que esta materia se usa para la generación de electricidad a través de las centrales de ciclo combinado de gas. Lo cierto es que el gas solo aporta un 10% de la energía, si entra en la subasta, pero marca el precio ya que el mercado eléctrico es marginalista y la última energía en cubrir la demanda determina el precio de todo el resto. Las asociaciones de consumidores como Facua o desde el grupo Unidas Podemos piden acabar con este sistema de fijación de precios.

Las evidencias científicas frente a la teoría dominante

Como su nombre indica, las fuentes de energía renovables son aquellas cuyas materias primas se renuevan por sí mismas, mientras que las fuentes no renovables son aquellas que no se renuevan o tardan miles de años en generarse, como es el caso de los combustibles fósiles. Según algunas fuentes, como Antonio Turiel, doctor en Física y científico del CSIC, el gas natural sube porque los países exportadores como Rusia o Argelia han llegado a su pico de producción y están agotando sus reservas.

Gasolina
Las reservas de petróleo se empiezan a agotar.

Según explica el científico, el llamado «Peak Oil» se habría producido a finales de 2018, y desde el año 2013 existen pruebas de que las grandes empresas invierten menos en la búsqueda de explotación de nuevos yacimientos.

Tan solo han crecido en la última década las exportaciones de  Estados Unidos gracias a la técnica conocida como fracking, mediante la cual se envía agua a presión al subsuelo para provocar pequeños movimientos sísmicos que liberen combustibles fósiles.  Según un reportaje de The Wall Street Journal, se trataría de un negocio con poco futuro por la poca cantidad de reservas y cuyo éxito ha sido superficial por la inversión del Estado. Una burbuja que ya está empezando a explotar. Los economistas afirman que para mejorar el bienestar se necesita el crecimiento de la economía, pero un crecimiento infinito parece algo fantástico en un mundo finito.

¿Cuánto gas natural queda en el mundo?

Según una publicación de British Petrolium, en el mundo se consumen 132.000 pies cúbicos al año de gas natural,  mientras que, supuestamente existe una reserva de 6 trillones de pies cúbicos. Una cifra difícil de corroborar, ya que se basa en una especulación calculada. En los pronósticos más optimistas, quedan una reserva poco más de 52 años de gas natural. Otros cálculos reducen esta cifra en 2060, dentro de 38 años. Pero existen previsiones mucho más catastróficas.

¿Qué consecuencias tendrá el fin del petróleo?

En el libro Petrocalipsis se nos habla de un futuro en el que se produce un crack del petróleo y el mundo se convierte en una suerte de comienzo Mad Max. El inicio sería una subida de precios sin igual, seguida de una crisis económica mucho más larga que la de 2008 o 1929, eterna, y un decrecimiento en la producción y abastecimiento de bienes de primera necesidad como la luz eléctrica, con cortes de interrupción constantes y escasez de agua.

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¿Cuál es la solución a la escasez de los combustibles fósiles?

En primer lugar, habría un decrecimiento energético general que provocaría una subida de precios en casi todo, debido a la dependencia que tenemos del petróleo. Esto nos abocaría a una crisis económica profunda, a un escenario con precios volátiles con bajadas y subidas bruscas. Si no hacemos nada, tendremos una crisis continuada y una espiral de degradación de la economía que solo podría terminar con algo rupturista, como una revolución o algo semejante.

¿Cuál es el problema de las energías renovables?

Llegados a este punto todo el mundo puede pensar que la solución está en sustituir todo por energías renovables como la energía solar o la energía eólica. Pero lo cierto es que, tal y como puede comprobarse en el OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Electricidad), las energías renovables solo aportan un 30% de la demanda energética, aunque en muchas ocasiones lleguen a aportar el 100% durante algunas horas. El problema no estaría en la producción de energía renovable, que es muy alta y todavía puede crecer, sino en la cantidad de energía que se consume en la actualidad.

¿El colapso de la civilización es inevitable?

Los activistas de colectivos como Extinction Rebellion dicen que una vez se haya producido, no será posible volver a atrás en el tiempo, pero que ahora nos encontramos en ese pasado que sí podemos cambiar. Antonio Turiel afirma que el colapso por el fin de los combustibles fósiles no es algo que suceda un día, sino que es un proceso que puede revertirse. Según explica, el decrecimiento es inevitable, y podemos hacerlo de golpe o poco a poco.

El gas natural podría agotarse en las próximas décadas.

La humanidad estaría a tiempo de detener la catástrofe, pero para ello debería llevar a cabo medidas de detención del crecimiento o «decrecimiento», un modelo de desarrollo sostenible que se opone al actual modelo macroeconómico, como el de ‘modelo Solow’, el cual pretende explicar cómo crece la producción nacional de bienes y servicios mediante un modelo cuantitativo y argumenta que el crecimiento económico se produce básicamente por la acumulación constante de capital. Para ello es necesario también un mayor uso de recursos y de gasto. .

¿Cómo funcionaría un modelo de decrecimiento?

El modelo de decrecimiento propuesto por Georgescu y Latouche afirma que se debe reducir la producción y consumo de bienes de forma controlada, para poder crear un sistema social y político que devuelve el equilibrio entre la civilización humana y los recursos del planeta Tierra. Esto significaría que no podríamos tener las mismas posesiones materiales y deberíamos compartir medios de transportes privados, como el coche o el uso de electrodomésticos como lavadoras entre vecinos.

¿Cuáles son las 8 R’s del decrecimiento?

Las 8 R’s del decrecimiento propuesto por el economista francés Latouche son las siguientes:

  1. Reeducación: reevaluar los valores consumistas de usar y tirar e individualistas por principios solidarios, cooperativista y  locales.
  2. Reconceptualización: adopción de un nuevo estilo de vida, con una rutina que conlleve menos gastos de recursos, lo cual no significará una menor calidad de vida.
  3. Reestructuración: adecuar la producción a la ecoeficiencia y las relaciones sociales y laborales.
  4. Relocalización: se acabó el consumo de frutas y verduras del otro lado del mundo en perfecto estado de maduración. Consumir local para la autosuficiencia de cada comunidad.
  5. Redistribución de la riqueza. En lugar del «vivimos por encima de nuestras posibilidad», entender que «una persona no puede tener 10.000 millones de euros sin que muera gente de hambre». Fin a los superricos con gravamen fiscal.
  6. Reducción: reducir el consumo de recursos naturales, desde la reducción del consumo de plásticos a la disminución de la producción. Y no hablemos de la obsolescencia programada. No se podrá fabricar nada diseñado para romperse en dos años.
  7.  Reutilización: existen muchos bienes de consumo que pueden ser reutilizados. El mercado de segunda mano debe ser una prioridad.
  8. Reciclaje: el producto manufacturado debe ser reciclable para poder dar otra vida a la materia prima, en lugar de extraerla del planeta.

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